Luisa Fernanda Nadarajah es diseñadora de modas nacida en Perú y criada en Argentina. Su estudio está ubicado en un complejo de oficinas —todas las inquilinas son mujeres— en Houston (Texas), donde ha logrado convertirse en una de las modistas más reconocidas.
El Houston Chronicle la describe, en un artículo publicado en 2020, como una modista ejemplar por su “estilo muy particular y distintivo” debido a la responsabilidad social y respeto al medio ambiente.
Unos la llaman sostenible o ecológica (eco-friendly), una tendencia que ha marcado la peculiar expresión en el mundo de la moda artesanal que Nadarajah impulsa con mucha devoción. Es, como ella dice, su “granito de arena”, su aporte a la industria.
Todo empezó cuando Nadarajah dejó de comprar productos importados de China para darle oportunidad a la fuerza laboral local al contratar a madres como ella para desarrollar el valor empresarial de las mujeres.
Además, gracias a un acuerdo con Celebration Company, una organización sin ánimo de lucro, ha podido adquirir las pinturas impresas en tela hechas por personas con alguna discapacidad que luego utiliza en sus diseños.
— Estos artistas reciben compensación por su trabajo y no conozco a otro diseñador en el país que haga algo similar— advierte con mucha honra Nadarajah acerca de esa negociación, mientras acaricia uno de los diseños con bordados hechos a mano de una cliente en Centroamérica.
—Para que no se pierda ese arte, porque hoy por hoy no hay tantos productos en el mercado que son bordados a mano.
Nadarajah comenta que el conducto regular es que el diseñador pinte o contrate a un artista para que genere el diseño deseado para luego imprimirse en tela, pero ella prefirió hacerlo con personas que probablemente no tengan la misma oportunidad de ser contratados por su condición.
—Cuando empecé en esto de la moda, los primeros asistentes que tuve eran personas con discapacidad, y lo tomé como un desafío que te regala muchas alegrías porque me doy cuenta de que tengo muchas cosas que aprender de ellos.
—¿Y cómo crees que te va en esto de la moda siendo hispana en Estados Unidos?
—Yo estoy muy bien, bien recibida. Hay miles de diseñadores en Houston. Soy una más. Mis productos tienen un toque latino por el bordado a mano de México y Guatemala. Mi ropa tiene un look y una audiencia latina.
—¿Cómo es que tiene rédito lo que tú haces?
—Bueno, la iniciativa sobrevive con dos modelos de negocios. Por un lado, se venden los productos, las prendas. Y la otra es a través de la venta de boletos para el desfile de modas para promocionar la colección de ropa. También, recibimos ingresos por subsidios otorgados gracias a la gestión que se hace con diferentes agencias que apoyan el arte. Porque yo me considero, en primer lugar, un artista enfocada en la moda. Es decir, primero creo arte y promuevo arte con la excusa de la moda.
—¿Y qué tan difícil es esa industria?
—Es muy difícil. La gente puede comprar una prenda linda a un precio muy barato de tanta competencia que hay. Si no soy diferente y no tengo un valor agregado, no soy nadie, no llego a ningún lugar.
—¿Y cómo nació esta pasión?
—Mira, mi mamá era diseñadora de moda, exitosísima de toda su vida. Cuando me tuvo a mí, fueron sus mejores momentos. Tenía una fábrica llena de máquinas de coser, costureras, tenía un local con una buena ubicación en Arequipa (en el norte de Perú). Pero tuvo problemas con mi papá, se divorciaron y él se mudó a Argentina y mi madre quería que sus hijas se criaran con una figura paterna. Se fue a Argentina a empezar de cero. Sin familia, sin ayuda de mi papá, porque nunca le dio un peso. Ella sola, con tres hijas, empezó de cero y nunca pudo volver a retomar lo que había dejado. Nunca pudo volver a lo que era antes. Entonces, yo nací con una mamá emprendedora, con ganas de vender. Mi papá también abrió su fábrica de cuero en Argentina: hacía mochilas, zapatos, de todo. Yo crecí en esa industria. Crecí sabiendo vender, ya a los tres añitos agarraba a la gente de la calle y les decía “venga, venga, venga a comprar”. Y la gente compraba. Y la gente volvía, venía, compraba.
—¿Cuál es el futuro de tu empresa, de tu iniciativa?
—Estoy trabajando para lograr tener una buena base para solucionar el tema de la fabricación y producción establecida. En el futuro espero venderle a un público al por mayor y a las grandes tiendas de marca.