De refugiados a empresarios: la historia de una familia hondureña por legalizar su situación migratoria
La familia Ortega, tras 13 años de lucha migratoria y obstáculos legales, logró regularizar su estatus en Estados Unidos gracias a la visa humanitaria.

Hace más de trece años, la familia Ortega Honduras llegó a Estados Unidos huyendo de la violencia y la incertidumbre en su país. Entraron con la esperanza de construir un futuro seguro para ellos y sus hijos, y comenzar un camino lleno de oportunidades. Pero lo que parecía el inicio de una nueva vida se convirtió en un proceso largo y lleno de obstáculos que los mantuvo en un limbo legal durante más de una década.
En 2012, solicitaron asilo político, pero dos años después su petición fue negada. Según la familia, esto se debió a errores y negligencias que su abogada cometió en ese momento. Intentaron reabrir el caso con otra profesional, pero la corte federal no autorizó la reapertura. “Nos sentimos atrapados, sin poder avanzar, sin poder darles seguridad a nuestros hijos”, recuerda Dinora Ortega, la madre. La familia enfrentó entonces años de incertidumbre y limitaciones legales que afectaron su vida cotidiana.
Durante ese tiempo, sus hijos, que son atletas, tuvieron que renunciar a ciertas oportunidades. “Club de Houston, viajes por Europa… no pudieron participar por nuestra situación migratoria”, explica la madre.
Aun así, la familia no se rindió. Empezaron a trabajar muy duro, y con esfuerzo y dedicación construyeron una empresa desde cero en el rubro de la construcción, que hoy emplea a 70 trabajadores. “Con el estatus legal se nos van a abrir nuevas oportunidades para aportar al país. Al final, hemos logrado formar una empresa que ahora da empleo a muchas familias”, comenta el padre, orgulloso de lo que han construido.
La hija mayor de la familia, que estudia en la Universidad de Houston, también ha sentido el peso de no tener ciudadanía. “Se nota mucho la diferencia en cómo tratan a alguien que nació aquí contra alguien que no. A mí me cobran más del doble por no ser ciudadana americana”, dice, señalando las barreras diarias que enfrentan los inmigrantes.
La familia vivió también momentos de miedo, sobre todo por las redadas migratorias que afectan a muchos inmigrantes durante la segunda administración de Donald Trump. “Antes de esta bendición, solo salíamos de casa para trabajar. Teníamos miedo de salir por cualquier motivo”, recuerda el padre.
Finalmente, tras años de lucha, lograron regularizar su estatus a través de la visa humanitaria. El padre de la familia fue víctima de tráfico laboral; un contratista abusó de ellos y dejó de pagar lo acordado. El problema les permitió acceder a esta protección. Ahora, después de tres años de estar legalmente en el país bajo la visa, podrán solicitar la residencia permanente.
“El objetivo es estar legalmente en el país. Este es un país de oportunidades para nuestros hijos. Ese es el objetivo que queríamos que se lograra”, dice la madre, con alivio y orgullo. Por primera vez en 13 años, sienten que pueden mirar hacia adelante con tranquilidad. Sus hijos podrán aspirar a más oportunidades educativas y deportivas, y la empresa que construyeron podrá seguir creciendo sin las limitaciones de la falta de estatus legal.

La trayectoria de la familia Ortega refleja la importancia del acompañamiento legal adecuado y la perseverancia de quienes luchan por un futuro mejor. Gracias a su estatus legal — con el acompañamiento de la ahogada Naimeh Salem — la familia ahora tiene la seguridad que buscaba.




