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Detienen la derogatoria del Texas Dream Act: ley que permite que indocumentados estudien en el estado

A pesar del esfuerzo de varios legisladores republicanos de eliminar la ley, los jueces a cargo del caso votaron para que siga vigente.

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Banner Opinión Dr. Juan Hernández

¡Victoria! En medio de tanto retroceso, esta semana hay una razón para celebrar: el poder judicial en Texas detuvo la propuesta para eliminar el Texas Dream Act. Sí, la misma ley que le cambió la vida a Andrea Ramos—la joven migrante mexicana de la que hablé hace unos días—sigue viva. 

Y lo está, a pesar de Trump, a pesar de sus legisladores, y gracias a jueces que todavía creen en la ley… no en la obediencia ciega. En aquellos años, me tocó apoyar modestamente el nacimiento de esa ley, cuando desde el gobierno mexicano acompañamos los esfuerzos del gobernador Rick Perry y de legisladores texanos de ambos partidos.

Trump y su partido habían impulsado nueve proyectos para cancelar ese sueño. Querían quitarle a los jóvenes indocumentados el derecho a pagar colegiaturas como residentes del estado. No lo lograron. ¿Por qué? Porque jueces independientes se atrevieron a frenar el impulso del poder legislativo. Porque en Estados Unidos, por ahora, el sistema judicial todavía resiste.

Y eso no es poca cosa. Porque mientras allá el poder judicial protege a jóvenes como Andrea, aquí en México, el domingo pasado perdimos el nuestro. Como bien escribió Edmundo Jacobo en El Financiero, vivimos “la simulación” de una división de poderes que ya no existe.

Trump y su partido habían impulsado nueve proyectos para cancelar ese sueño. Querían quitarle a los jóvenes indocumentados el derecho a pagar colegiaturas como residentes del estado. No lo lograron. Imagen de estudiantes de la Facultad de Leyes en la Universidad de Houston (Texas). / Foto: La Esquina TX

Lo que Donald Trump quiere—jueces leales solo a él—ya lo vivimos nosotros. Lo explicó bien Telemundo: Trump enfrenta múltiples juicios, y en lugar de respetar el proceso, quiere destruirlo. Desea cortes sumisas, jueces obedientes, justicia domesticada. Lo que pasó en Texas esta semana demuestra que aún no lo ha conseguido.

Andrea no sabe que su vida fue defendida esta semana por un juez al que nunca ha visto. Pero lo fue. Y con ella, miles más. No es que allá todo funcione: también están bajo amenaza, también hay quienes quieren someter a los jueces y borrar los derechos

Pero esta vez resistieron. Y eso basta para recordarnos algo importante: el poder judicial no es eterno ni neutral. Se gana, se cuida… o se pierde.

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Vale la pena decirlo con claridad: los mexicanos en el exterior también fueron parte de esta victoria. Sabemos que organizaciones lideradas por migrantes, muchas de ellas con raíces mexicanas, se movilizaron para frenar la derogación del Texas Dream Act. 

No solo condenaron al poder legislativo por querer quitar ese derecho: también defendieron la independencia judicial y el papel de los jueces como mediadores entre poderes, pilares de una Constitución que hoy se mantiene de pie… porque hubo quienes la defendieron.

Y tú, ¿qué piensas de que México sea hoy el único país del mundo que eligió a sus jueces por voto popular?


Juan Hernández es Secretario del Migrante y Enlace Internacional y presidente de la Coordinación Nacional de Oficinas Estatales de Atención al Migrante (CONOFAM) en México. Esta columna fue publicada originalmente en El Sol de México / El Sol de León / _El Sol de Irapuato

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Autor(a)

El Dr. Juan Hernández es escritor, internacionalista, analista político y experto en comunicación estratégica. Fue reconocido por Hispanic Business como uno de los 100 hispanos más influyentes, así como Humanitario del Año por Latin Trade Magazine. Tiene una licenciatura de la Lawrence University y un doctorado de Texas Christian University.

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