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El femicidio de Erica García, 28 años sin justicia: un reflejo de las limitaciones en los casos no resueltos del Departamento de Policía de Houston

La muerte de Erica García, ocurrida en 1997, sigue sin resolverse. Su madre sigue exigiendo respuestas, pero los avances se han estancado, sobre todo por la crisis interna que enfrenta la Policía.

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Ilustración de Erica Garcia
El caso de una adolescente que fue encontrada sin vida hace 30 años aún está a la espera de resolverse. Sin embargo, no sería el único. Esta situación refleja que los crímenes cuyas investigaciones se paralizan con el tiempo aún dañan a las familias, quienes continúan a la espera de alguna respuesta. (Ilustración: La Esquina TX)

Han pasado casi tres décadas desde la última vez que Margarita García vio a su hija con vida. Lo último que supo de ella fue cuando su cuerpo apareció sin vida en el interior de un hospital abandonado ubicado en 11101 Bellaire Blvd, en el suroeste de Houston. Veintiocho años después, el crimen sigue impune. 

Hoy, el Departamento de Policía de Houston (HPD en inglés) solo conserva una muestra mínima de ADN por contacto, una pista frágil que representa la única evidencia física de un caso casi congelado en el tiempo. 

Tenía solo 14 años cuando me la arrebataron, de la forma más brutal y desgarradora imaginable. Durante casi tres décadas, nuestra familia ha vivido con dolor, con preguntas sin respuesta y con el peso de saber que alguien allá afuera sabe algo sobre quién lo hizo”, declara a la prensa, apenas conteniendo el llanto. 

El sábado 7 de junio de 1997, alrededor de las 7:45 de la mañana, un guardia de seguridad realizaba su ronda habitual en el hospital Alief General. Durante el recorrido se encontró con el cuerpo sin vida de Erica Ann García, una adolescente de 14 años. Según los reportes policiales y forenses, Erica había sido golpeada, violada y estrangulada, y su cuerpo fue encontrado semidesnudo dentro del edificio. Pese a la gravedad del crimen, el caso nunca fue resuelto y su madre, Margarita García, sigue clamando por justicia y reparación.

La noche anterior, el viernes 6 de junio, entre las 9:00 y las 9:30 p. m., Brenda —la tía de Erica— dejó a Erica con una amiga en un club para adolescentes, pero ese no era el único destino de Erica esa noche, ambas salieron del lugar y caminaron hasta un apartamento cercano, donde se encontraron con varios conocidos de Erica. 

Más tarde, las jóvenes se dirigieron a otro club, ubicado en la intersección de Boone Road y Bellaire Boulevard. Fue allí donde la amiga se despidió de ella. Erica decidió quedarse con el grupo. Horas más tarde, su cuerpo sería hallado sin vida entre las ruinas del hospital abandonado que se encontraba justo detrás.

“Creemos que no fue un crimen planificado, sino que este grupo aprovechó el momento”, relata el detective Ramón Cervantes, quien forma parte de la Unidad de Casos Sin Resolver del HPD. “Hay un grupo de personas que sabe algo, que vieron a Erica esa noche, pero no han querido darnos la pieza del rompecabezas que nos hace falta para resolver el caso (…) son unos cobardes”, declara con indignación frente a los medios de comunicación. 

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Crime Stoppers relata que los guardias de seguridad contratados para vigilar el inmueble —encargados de evitar actos de vandalismo o grafitis— fueron entrevistados por la policía; sus testimonios fueron coherentes y no identificaron a ningún sospechoso. 

Los investigadores creen que varios hombres, actualmente de entre 40 y 50 años, podrían haberla sometido en un ataque oportunista, no planificado. Aunque se detectó la presencia de ADN por contacto, la cantidad de material es mínima, por lo que se requiere un análisis sumamente conservador para no agotar las muestras. Las coincidencias en bases de datos de ADN son limitadas, ya que solo se producen si los responsables han proporcionado su perfil genético. 

“Erica era una luchadora; habría sido difícil que una sola persona la sometiera, por eso creemos que fueron varios hombres quienes la forzaron y la llevaron a ese edificio abandonado”, insiste el detective.

A lo largo de los años, los investigadores han realizado entrevistas en distintas zonas de Houston y hasta en Nueva Orleans, sin descartar que alguno de los implicados haya huido al extranjero. Se cree que varios testigos que estuvieron con Erica esa noche —frecuentadores del club Boone/Bellaire — aún guardan información clave que podría resolver el caso.

Margarita García (centro), madre de Erica, en una conferencia en Houston, Texas.
Margarita García (centro), madre de Erica, exige desde hace 28 años justicia para su hija en una conferencia de prensa en Houston, Texas. (Foto: captura de la página de Facebook de Crime Stoppers de Houston)

UN RETRATO DE LA IMPUNIDAD

El caso de Erica García refleja dos realidades dolorosas: los crímenes cuyas investigaciones se paralizan con el tiempo y los femicidios que permanecen sin justicia ni reparación para las familias que los sobreviven. Su madre, Margarita Garcia, lleva 28 años exigiendo respuestas y justicia para su hija, pero los avances han sido escasos y la impunidad solo ha profundizado su dolor.

La investigación se fue enfriando a lo largo de los años por una combinación de factores estructurales, forenses y circunstanciales. El crimen ocurrió dentro de un hospital que ya estaba abandonado, y con el tiempo el edificio fue demolido o reutilizado, lo que impidió preservar la escena del crimen y cualquier evidencia que pudiera examinarse en el futuro. Hoy, en ese lugar solo queda un terreno vacío.

Los detectives describen que la ruta que siguió Erica García la noche del crimen fue especialmente difícil de rastrear. Estuvo en varios lugares —un club para adolescentes, un apartamento, un bar y finalmente el hospital abandonado— acompañada por distintas personas. Con el paso del tiempo, muchos de quienes compartieron esas horas con ella cambiaron de ciudad o perdieron contacto, lo que ha impedido reconstruir con precisión sus últimos momentos y obtener testimonios coherentes.

La falta de avances y de un arresto en los primeros años terminó por convertir el expediente en un “cold case”, un caso sin resolver. Al agotarse las pistas iniciales, la investigación perdió prioridad frente a otros crímenes más recientes, dentro de un sistema marcado por la escasez de personal y recursos para revisar expedientes antiguos.

Hoy, Crime Stoppers of Houston, en coordinación con el Departamento de Policía de Houston (HPD), mantiene una recompensa de hasta 5,000 dólares por información que conduzca al arresto del o los responsables. 

Las autoridades recuerdan que nunca es demasiado tarde para hablar, y Margarita García insiste en lo mismo: mantener viva la memoria de su hija y no rendirse es, para ella, la única forma de evitar que Erica sea olvidada.

UNA DEUDA PENDIENTE CON LA JUSTICIA

La prensa local y diversos reportes independientes han advertido que el Departamento de Policía de Houston (HPD) enfrenta serias limitaciones que obstaculizan la investigación y resolución de crímenes. Uno de los problemas más críticos es la falta de personal: actualmente, el cuerpo policial cuenta con 342 oficiales menos que hace 25 años, una reducción que ha tenido consecuencias directas en la atención de los casos. Solo en los últimos ocho años, más de 264,000 investigaciones fueron suspendidas bajo la categoría de “falta de personal”.

Un panel de revisión independiente añadió que la crisis no se limita a los recursos humanos: también existen deficiencias tecnológicas, sistemas de registro ineficientes y una infraestructura obsoleta que impiden realizar investigaciones de manera ágil y efectiva.

En este contexto, el HPD mantiene en sus archivos al menos una veintena de casos sin resolver de homicidio y femicidio. Estos casos son aquellos que permanecen abiertos y sin resolver durante tres años o más, después de que los investigadores hayan agotado todas las pistas disponibles. Estos casos se revisan periódicamente para determinar si nuevas herramientas forenses o avances tecnológicos pueden generar evidencias adicionales.

Entre los casos más emblemáticos está el de Suzanne Hummel, asesinada el 13 de noviembre de 1992 en un estacionamiento de West Alabama, tras salir de un restaurante de comida rápida. Testigos escucharon disparos y la vieron herida dentro de su vehículo. Antes de morir, alcanzó a decir que una mujer afroamericana le había disparado. Su bolso desapareció y, desde entonces, no se ha identificado a ningún responsable.

También continúa sin resolverse el crimen de Kenisha Dixon, asesinada el 9 de mayo de 2000 dentro de su apartamento, después de abrir la puerta a un desconocido que le disparó sin motivo aparente. Las pruebas halladas indicaban que la joven había intentado defenderse, pero, a pesar de los indicios, el crimen sigue impune.

Entre los casos más antiguos en los archivos de la Unidad de Casos Sin Resolver se encuentra el de una joven hispana no identificada, hallada sin vida el 29 de diciembre de 1989, alrededor de las 7:15 de la mañana, frente al entonces edificio Charter Bank, en Houston. Una empleada que llegaba a su trabajo vio su cuerpo tendido parcialmente entre los arbustos y la acera, y de inmediato llamó al 911.

Los oficiales que acudieron al lugar confirmaron que la joven había muerto por una herida de bala en la cabeza. No llevaba documentos de identidad, y pese a múltiples intentos de identificación mediante huellas dactilares, su nombre sigue siendo desconocido más de tres décadas después.

Los detectives la describieron como una mujer hispana de entre 16 y 22 años, de aproximadamente 1.62 metros de estatura y 72 kilos de peso, con cabello largo, ondulado y negro. Vestía una camiseta blanca, jeans negros marca Lee, medias negras y zapatos negros marca Coasters. Hasta hoy, nadie ha reclamado su cuerpo ni aportado información que permita identificarla, y su caso permanece abierto como uno de los expedientes más antiguos sin resolver del Departamento de Policía de Houston.

La lista de mujeres desaparecidas en Houston incluye a Tara Breckenridge, vista por última vez el 4 de agosto de 1992, luego de terminar su turno como mesera en el Men’s Club. Su automóvil fue hallado abandonado en la autopista West Loop North, pero de ella nunca se volvió a saber. Algo similar ocurrió con Catherine Hammel, desaparecida el 23 de marzo de 1998 tras regresar enferma del trabajo a su casa en Wilcrest. Según su pareja, la vio por última vez esa tarde; al volver a casa poco después, ya no estaba.

Todos estos expedientes —como el de Erica García, asesinada en 1997— permanecen abiertos en la Unidad de Casos Sin Resolver del Departamento de Policía de Houston, que continúa solicitando la colaboración de la comunidad. Sin embargo, los investigadores enfrentan los mismos obstáculos que han lastrado el sistema durante décadas: presupuesto limitado, falta de personal capacitado y tecnología insuficiente.

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Autor(a)

Laura Clisánchez es periodista venezolana, egresada de la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB Guayana). Tiene experiencia en reportería escrita, con énfasis en temas de salud, economía, ambiente y derechos humanos. Su trabajo combina el periodismo en profundidad y basado en datos con la adaptación de contenidos para plataformas digitales y redes sociales. Ha trabajado y colaborado con más de cinco medios venezolanos, y ha incursionado en radio, producción básica de video y formatos multiplataforma. Es miembro de la Red de Periodistas de la Amazonía Venezolana.

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