Los derechos reproductivos en Texas se han encogido al mínimo. Y eso irrita. No hace falta que alguien te lo diga, se nota en sus rostros, en esas miradas compungidas que se retuercen de impotencia. Da igual.
“¡Mantengan sus prohibiciones fuera de nuestros cuerpos! ¡Mi cuerpo me pertenece!”, gritaba una treintena de personas bajo el sol endemoniado en pleno centro de Houston. Vestían camisetas blancas impresas con letras anaranjadas con el mismo lema que expectoraban con ira.
Quizás son 40, a lo mejor 50. Todas llevan tapabocas. Algunas son jóvenes voluntarias; otras, activistas y representantes de grupos y organizaciones que lucharon hasta el último aliento por detener la legislación que restringe el aborto en Texas a partir de las seis semanas de gestación.
¡Seis semanas que se convierten en realidad en dos! Es a las cuatro semanas cuando se pueden dar cuenta del retraso del ciclo menstrual”, comenta una dirigente comunitaria. Y eso, si es que se enteran de que están gestando.
Luego, solo tendrían dos semanas para llevar a cabo el aborto antes de que se pueda detectar el latido del corazón del feto. Pero en las redes sociales hacen más bulla, son más, mucho más. Han inundado su decepción colectiva de tuits y retuits para sacar a relucir el ánimo vejado ante una sensación de traición por parte de un gobierno estatal republicano que busca aplacar la sed de extremismo de sus seguidores con la ayuda de un poder legislativo obtuso.
“Texas: donde los virus tienen derechos reproductivos pero las mujeres no”. “¿Y las que somos madres solteras y ganamos el sueldo mínimo, qué?”.
SIGUEN GRITANDO
Horas antes de que la ley, conocida como la SB 8, entré en vigor, la esperanza estaba puesta en un recurso de amparo que había sido dirigido al máximo tribunal de Estados Unidos, solicitado por un grupo de clínicas de servicios abortivos tras agotar instancias menores.
En un texto de corte premonitorio, la petición para detener la legislación narraba los hechos que efectivamente se han llevado a cabo en las últimas horas: los pacientes con recursos buscarán opciones en otros estados para realizar los procedimientos abortivos mientras que los más pobres tendrán que verse forzados, en contra de su voluntad, a seguir con un embarazo no deseado.
Y lo que es peor aún, interrumpirlo de forma clandestina sin supervisión médica.Se exigía a la Corte Suprema que se responsabilice de inmediato por las consecuencias de adoptar una legislación que reduciría casi instantáneamente el acceso al aborto. Esto abarca a casi un 85 por ciento de los pacientes que buscan un procedimiento durante los primeros seis meses de gestación, como lo establece su derecho constitucional.
Pero el Tribunal rechazó la solicitud de emergencia para detener la norma, que incluye permitir a cualquier persona presentar una demanda contra quien crea que ha ayudado a una embarazada a abortar, además de compensarle con hasta 10,000 dólares en caso de ganar un juicio.
La ley tiene una intención única: fatigar, agotar y ver desfallecer a los centros de salud y a los grupos que asisten económicamente a las personas sin recursos que buscan un aborto. Y, al parecer, lo pueden lograr. Los recursos para que se sostengan serán mayores y más difíciles de obtener en caso de que tengan que defender en la corte las demandas legales que se vienen a raudales.
Entonces, los que se han entregado a la causa esa de defender el derecho al aborto en Texas, abandonarán extenuados esos principios obligados por querellas innecesarias y una intimidación acosadora por parte de una turba alimentada por una política cargada de componentes pasionales que va más allá de lo que se supone deberían defender.
Y así, las más afectadas son las que están en edad reproductiva en el estado de Texas, la gran mayoría de origen hispano que no tiene los recursos, ni la documentación, para desplazarse a otros estados y realizarse un procedimiento abortivo.
En ese grupo se encuentran las que viven en las ciudades fronterizas con México, de acuerdo con varios grupos que ofrecen servicios de asistencia a esas comunidades. Por ahora, una corte estatal ha lanzado un salvavidas al detener de forma temporal al grupo conservador Texas Right to Life para que no demande a las clínicas que practican el aborto. Al menos no podrán hacerlo hasta el 16 de septiembre.
De allí en adelante, todo cabe indicar que los derechos constitucionales de la mujer a abortar en Texas han llegado a un límite de restricción casi absoluta, mas allá de la presión política de la oposición y de los grupos que las defienden.
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